viernes, 31 de octubre de 2014

Sin título.

Menuda cobardía.

El otro día fui sentada en el asiento 26E y pensé en escribirte, pero me dolió sólo pensar en el recuerdo que pudieras tener de mí. Hasta ahí llega mi cobardía, aunque creo que lo mío es algo peor que eso. Es más que debilidad. Y es egoísta. Así que hoy no lo he pensado mucho y te he escrito. Y sé que me has leído. Y el silencio dobla todas las esquinas y me encierra en el gris.

(Tu silencio es el silencio, ocupa el espacio entero, es el mar de noche.)

Me aplasta las entrañas.

Espero no morir siendo cobarde.


Espero perdonarme.

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