lunes, 16 de mayo de 2011

Rima XLIII.

Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.


¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible del dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía el sol.


Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba o qué pasó por mí;
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.

Gustavo Adolfo Bécquer.

Bécquer y una melodía de piano.. suficiente para ser todo lo adolescente que me toca.

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